A Griezmann... ¿Le queda grande el Barcelona?

 

Antoine Griezmann no es un chaval como el Ousmane Dembélé que llegó al Camp Nou. Tampoco es solo un futbolista notable en busca de títulos, como el Coutinho que aterrizó en Barcelona acompañado de un consenso generalizado. Griezmann es un delantero consagrado, un campeón del mundo. Pero desde que despuntó en la Real Sociedad siempre ha jugado de una determinada manera.

Su hábitat ideal se encuentra en un sistema 4-4-2 como mediapunta, justo detrás de un delantero centro batallador que le hace el trabajo sucio y que le abre puertas. Como Diego Costa en el Atlético u Olivier Giroud en la selección francesa que triunfó en Rusia 2018. Es ahí donde Griezmann se siente en su salsa. Pero, salvo cambio radical en las ideas futbolísticas del Barça, ese ecosistema no lo va a encontrar en el conjunto azulgrana. Es decir o se adapta a jugar por las bandas o lo tiene muy crudo para triunfar como barcelonista.

Hasta el momento el francés ha disputado los seis partidos completos de la temporada. Sólo ha visto puerta en uno de los encuentros, un doblete ante el Betis en el Camp Nou. En el resto de partidos no es que no haya marcado, es que ha pasado la mayor parte del tiempo inadvertido. Acumula 400 minutos sin meter gol, anda perdido por el campo.

No es que corra poco, sino que lo hace sin sentido, desubicado. No encuentra su sitio ni interviene demasiado. No regatea ni desborda, ni combina de manera decisiva. No luce ninguna verticalidad y tampoco goza de oportunidades. Dentro de la tristeza generalizada que el Barcelona transmite a domicilio Griezmann es un claro ejemplo de falta de rebeldía ante la debacle. No se le ve ni siquiera frustrado ni enfadado.

Tras costar 125 millones y afirmar que en el campo se ganaría a la afición del Barça tras dejarla plantada la temporada anterior el delantero no parece sobrado de carácter. Griezmann brilló ante el Betis por el centro, como falso nueve, con mucha libertad y combinando con futbolistas como Rafinha, que ya no está, o el meritorio Carles Pérez. Pero en los pocos minutos que ha coincidido con Messi no se ha visto todavía química.

Un poquito más de entente ha tenido con Luis Suárez, sobre todo contra el Valencia, y también intentaron buscarse en Dortmund en la primera parte. Sin resultados notorios en Alemania. Cuando ha caído a las bandas su juego todavía se ha dispersado más hasta convertirse en una sombra por el campo.

Los compañeros han conectado más con Ansu Fati que con el rutilante fichaje. Una señal de que el equipo no termina de confiar en las prestaciones del francés, al menos por los costados. Valverde le dijo que se tenía que buscar más la vida pero Griezmann va por un lado y el equipo por otro, sin que ninguna de las partes llegue a ningún sitio.

Ya desembarcó el francés en Barcelona tras completar una campaña discreta con el Atlético. Un dato lo ilustra. De sus 21 goles oficiales la pasada temporada, sólo 6 (un 28,5%) llegaron fuera de casa, lejos del abrigo del Metropolitano. Si en algún momento el Barça buscó un líder en Griezmann no son cifras muy halagüeñas. Tiene que poner mucho de su parte para adaptarse pero Valverde también deberá esforzarse para ello. Si el francés está en Barcelona es en buena medida por deseo expreso del entrenador.