Amenazada la supremacía de Estados Unidos en el Mundial de Budapest

 

El medallero de los Juegos de Río situó a Hungría como primera potencia europea de la natación con tres oros y un total de siete medallas. Este país de menos de diez millones de habitantes es, históricamente, un vivero de gigantes de los deportes acuáticos, verdadera afición de su pueblo.

Los Mundiales de Natación que se celebran en Budapest rinden homenaje a esta especie de fervor húngaro. Saltos de trampolín, plataforma y gran altura; natación sincronizada; natación de aguas abiertas en el lago Balatón; waterpolo y natación en línea, son las cinco disciplinas de la reunión. Se mantiene el formato de Kazán 2015 y se prevé la clásica regeneración de los años postolímpicos. Los deportes acuáticos precisan de mayores proyecciones. A orillas del Danubio los grandes equipos comienzan a ejecutar su plan de asalto a los Juegos de 2020. La retirada de Michael Phelps, la baja de Ryan Lochte tras diez meses de sanción y el declive de Missy Franklin producen un cambio radical en el concierto internacional. Australia, Hungría, China y Japón toman posiciones en un intento de aprovechar el presumible debilitamiento de Estados Unidos.

El alto rendimiento no es inmune a los estados de ánimo. A la euforia de los Juegos suele suceder un estado de depresión. El año postolímpico presenta grandes incógnitas para la mayoría. No es el caso de Mireia Belmonte, que tiene la certeza de que en Budapest prolongará su cosecha. La nadadora de Badalona se ha propuesto avanzar hacia metas nuevas. Quiere su primer oro mundial y siente que si se encuentra fuerte puede repetir o mejorar el tiempo que le permitió hacerse con el oro en Río en 200 metros mariposa. Lleva nueve meses acumulando energía y recursos para recortar esos 2 minutos 4,84 segundos. A sus 26 años este propósito raya lo inconcebible. La longevidad también es una novedad en la natación. La heroína local en Budapest, Katinka Hosszu, tiene 28 años y se muestra inaccesible en las pruebas de estilos.

Michael Phelps, el pionero de los largos recorridos, se retiró con 31 haciendo una exhibición de cualidades. Su retirada en 2016 inaugura un mundo nuevo. Un mundo de dudas para los responsables de la natación estadounidense, que deben encontrar sucesores. En la categoría femenina, Katie Ledecky es la referencia que trasciende las particularidades del estilo. Se la espera como un seguro de vida en los relevos y en todas las pruebas de nado libre salvo en el 100. Amparadas en el liderazgo de Ledecky, las esperanzas estadounidenses para Tokio recaen sobre jóvenes como la espaldista Kathleen Baker o la velocista Mallory Comerford. En el campo masculino, en cambio, se busca un anclaje del nivel de Phelps o de Lochte. Caeleb Dressel y Ryan Murphy tienen mucho que demostrar en este aspecto. En Budapest descubrirán una competencia implacable.

Malik, el prematuro

El chino Xu Jiayu, de 21 años, ha estado a una centésima del récord del mundo de 100 espalda esta temporada (51,86s). En las pruebas de estilos y mariposa emergen figuras juveniles como el formidable húngaro Kristof Malik, que con solo 17 años ha nadado el 100 mariposa en 51,98 segundos y el 200 en 1m 53,79s.

El cuadro femenino promete tantas emociones como en Río, con Sarah Ströjöm obstinada en agrandar su colección de récords de velocidad en libre y mariposa; la australiana Kylie Masse desatada en la espalda (58,21s en 100); y un puñado de adolescentes japonesas de 17 años que nadan en tiempos adultos. Rikako Ikee en el 100 mariposa (56,89s), y Susuka Hasegawa y Hiroko Makino en 200 mariposa (2m 6,29s y 2m 6,92s respectivamente), pueden ser el punto de partida de un tsunami orientado a los Juegos de Tokio.