Nunca un éxito estadístico se sustanció en tan poca felicidad. Nunca un equipo metió tantos goles (25) en la fase de grupos de la Champions como el Paris Saint-Germain.
Nunca esa avalancha de juego ofensivo y esas victorias (cuatro en cinco partidos) proporcionaron menos armazón argumental en defensa del cargo de un entrenador. Unai Emery, el técnico que ha situado al PSG como líder del grupo B, es responsable del dudoso logro. Su jefe, el presidente del PSG, Nasser Al-Khelaifi, no está contento con su labor y hay una corriente dentro del club que le anima a echarle lo antes posible.
La derrota del equipo en Múnich (3-1), el martes, disparó a los críticos dentro y fuera de la institución. El diario L'Equipe reveló este jueves el heterogéneo abanico de sustitutos que tantea la directiva, prácticamente convencida de que el próximo verano impondrá un cambio en el banquillo, sean cuales sean los resultados. Destacan un ramillete de estrategas sin más coincidencia que la fama: Allegri, Conte, Simeone y Mourinho. Contratar al portugués es una de las primitivas aspiraciones de Al-Khelaifi.
La temporada se presentó como un dilema para Emery: consagrarse a Neymar o intentar tratar a la nueva estrella como a una figura más. Sabedor de que tras perder la Ligue 1 y caer por goleada (6-1) en la Champions ante el Barça, sus jefes recelaban de su aptitud, el técnico se encontró en agosto conque el club le sugería un plan sin vía de escape: poner al equipo a disposición del diez. Eso hizo Emery.