Carta a Ronaldinho

Carta a Ronaldinho

 

Para Dinho de alguien que siempre quiso ser como él.

Eran tiempos no muy buenos para el Barcelona, la entidad blaugrana no pasaba sus mejores años y estaban lejos del protagonismo que demanda la grandeza de un club como el Barça.

A miles de kilómetros de distancia de Cataluña, en un pequeño y pobre país centroamericano, vivía un niño alegre y juguetón, por aquel entonces quizá hasta un poco ingenuo, que sin estar consciente del mal presente del equipo se había enamorado de la camisa azulgrana, el verdadero sentimiento es ese que nace de la nada, como una chispa que se enciende en el vacío, ese amor creció enfundado en las cualidades de un jugador que luego pasó al otro bando y también inspirado en la magia de un crack brasileño, un zurdo lleno de magia que con sus destellos trataba de torcer la historia.

Por aquel entonces el panorama se pintaba de blanco, todas las miradas se centraban en el Real Madrid, los niños del mundo querían ser del Madrid, la era de los galácticos daba comienzo y con ella una revolución de marketing y ventas. Florentino Pérez fiel a su estilo le daba al madridismo lo que siempre ha deseado: cracks mundiales. Pero esto había ido más allá e incluso sobrepasado las expectativas del aficionado merengue. Y es que Figo, Zidane, Beckham y Ronaldo no son cualquier cosa, máximas figuras y estandartes en cada uno de sus equipos de procedencia, verdaderos magos del balón. La Juventus, el Manchester United, el Inter y hasta el mismo Barcelona vendieron a sus jugadores insignia y ahora estaban defendiendo la misma camiseta; la del Real Madrid.

El equipo blanco parecía destinado a reinar por mucho tiempo pero apareció en escena un actor inesperado.

La eterna sonrisa

Recuerdo muy claro el día en que ese niño muy ilusionado le dijo a su hermano mayor que el Barcelona iba contratar a un brasileño que era mejor que Zidane. ¿¡Mejor que Zidane!? Repitió con cara de incredulidad, como si las palabras de aquel pequeño carecieran de validez. Su carnal hasta cierto punto tenía razón en dudar puesto que Zizu era un jugador ya consagrado, el mejor del mundo en aquel momento.

El 19 de julio de 2003 el FC Barcelona hacía oficial el fichaje de Ronaldinho. El Brasileño arribaba a can Barça procedente del París Saint Germain a cambio de 27 millones de Euros. Desde su misma llegada a Cataluña su presencia causo gran impacto, la sonrisa a flor de piel y su alegría característica chocaba con el presente de un club carente se títulos y hundido en una enorme crisis.

En el Barça no se reía ni Dios y Ronaldinho encima se reía siendo feo.

Su presentación en sociedad fue un acto inolvidable, una situación atípica desde el mismo comienzo. El partido se jugó a la media noche. Un martes a las 12:05 de la mañana. Los blaugranas enfrentaban al Sevilla de locales y caían 0-1, pero al minuto 58 del juego las puertas del cielo se abrieron por un instante y un rayo de luz iluminó el Camp Nou. Ronaldinho apareció en escena, cogió un saque largo de Víctor Valdés, condujo el balón derribando rivales hasta disparar a 25 metros de la portería y colarla en la escuadra. La afición no daba crédito a lo que veía. Era amor a primera vista. Estaban en presencia de un virtuoso, un mago sin trucos, un tocado por Dios. La celebración de aquel gol fue tanta que se produjo un pequeño sismo en Barcelona. El corazón catalán volvía a latir.

El resto de la historia ustedes ya la saben.

Gracias Dinho

Roberto Asís, hermano y representante de Ronaldinho anunció oficialmente que el brasileño se retira del fútbol.

A ese niño que siempre quiso ser Ronaldinho solo le queda decir gracias.

Gracias por ser luz en las sombras, por ser siempre diferente, por salvar un barco que estaba a punto de naufragar, por quebrar la tendencia y lograr que los niños quisieran volver a ser del Barça, por romper la hegemonía blanca, por ser fuente de inspiración del mundo del fútbol, por lograr que en la época de los galácticos se hablara de ti. Por demostrar que ese niño ilusionado no se equivocaba al decir que eras mejor que Zidane. Por ser el mejor del mundo y de la historia.

Y sí, lo fuiste hasta que quisiste dejar de serlo, lo ganaste todo y decidiste quitarte la corona, jugabas para divertirte, para ser feliz. En tu pico de rendimiento nadie se acercaba a tu nivel. Muchos te criticaron por tus actuaciones fuera del rectángulo verde pero nunca cambiaste, siempre viviste a tu manera y eso es algo que todos quisieran poder hacer.

Hoy se cierra el telón pero en la mente de aquel niño que ahora es un hombre quedan grabadas todas tus jugadas y grandes hazañas. En un mundo ávido de héroes ese cipote no eligió un personaje de ficción. Ronaldinho era su superhéroe. La bicicleta y la elástica siempre lo acompañaran. Aun son latentes los recuerdos de aquellas tardes frente al televisor esperando que hicieras tú magia para después intentar replicarla con sus amigos del barrio.

Me atrevo a decir sin temor a equivocarme que no tienes ningún detractor. Cristiano Ronaldo hace que ames al Madrid. Messi hace que ames al Barcelona. Ronaldinho hace que ames al fútbol.

Ese es tu más grande legado.

Gracias eternas Ronaldinho.